El debate actual sobre la licitud ética del uso de embriones para la investigación refleja aspectos importantes de la mentalidad científica. La investigación médica de vanguardia desea encontrar la solución a muchas enfermedades degenerativas. La investigación con células madre ofrece, en ese sentido, grandes esperanzas.
Estas células madre pueden proceder de embriones (en sus primeros estadios de desarrollo), o de seres humanos más desarrollados (fetos, niños, adultos). Normalmente es posible obtener células madre embrionarias a partir de la muerte o de la destrucción de los embriones usados en ese tipo de experimentos, a no ser que se desarrollen técnicas más seguras que eviten cualquier daño al embrión del que se tomen tales células.
Algunos defienden, sea a nivel divulgativo, sea a nivel científico, el carácter "subhumano" de esos embriones. Desde 1984 se ha ido difundiendo el término "preembrión" para denominar al embrión en sus primeras fases de vida, dando a entender, con ese término, que estamos ante a una especie de "prehombre".
Otro argumento que se esgrime a favor de la investigación sobre embriones es que muchos de ellos están destinados a una muerte inevitable.
Para algunos científicos, son "material biológico" muy interesante: bien usado, servirá para descubrir y mejorar la medicina moderna. No faltan, sin embargo, científicos, bioeticistas, juristas, pensadores y filósofos que defienden abiertamente que todo embrión es un ser humano desde el momento de la fecundación. Estos autores consideran, por lo tanto, que el embrión debe ser protegido.
Los que desean usar embriones atacan a estos autores como poco serios. Piensan que los defensores del embrión usan ideas religiosas o prejuicios anticientíficos. Algunos afirman que en los primeros estadios de nuestra vida no fuimos más que un cúmulo desorganizado de células y que poco a poco se fue fraguando una estructura más compleja que permitió un día (no se ponen de acuerdo en decir exactamente cuál) que surgiese un ser humano.
Parece que muy poco. El que nazca un niño, o el que no se destruya un embrión, no produce un gran beneficio. ¿Qué ganan, en cambio, los que atacan la dignidad de ese embrión? Un laboratorio podrá ganar mucho, pues así podrá solicitar más fondos para la investigación, será más cotizado en la bolsa, obtendrá fama, quizá patentará algunos nuevos fármacos o incluso (donde no esté prohibido) patentará líneas celulares.
La ciencia debe aceptar límites éticos que no puede superar sin deshumanizarse. Hoy día los ecologistas han logrado que se respete a chimpancés, conejos y ratas de laboratorio, que no se les haga sufrir, incluso en detrimento de la investigación científica. ¿Es que son menos valiosos los seres humanos que los chimpancés? ¿Es que un embrión humano puede ser destruido mientras que nos parece muy injusto el que los laboratorios destruyeran huevos de pájaros en peligro de extinción?
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